Hace bastantes años
cerrar los ojos

era un tiempo perdido,

ahora los cierro
para vivirlo.



Sin duda,

la blancura de estas páginas
recuerdan cada detalle,

sobre ellas copio
lo que me dicta tu silencio.

viernes, 6 de junio de 2008

CRISÁLIDA DE MI SUEÑO a mi hija Selene

Estabas en mi sueño, hija mía,

allí, junto al mar
a mi vera,

caminando por esa solitaria playa
donde la luna se refleja afligida
sobre la estela del viento
con húmedo olor a salitre,

con el agua hasta las rodillas
sentí bullir la vida
a través
de tus ojos ilusionados,

el verdor primaveral de la esperanza
se reflejaba en tus pupilas inmaculadas,

mi pequeño milagro dorado,

algo en mi pecho empezó a centellear
pujando por salir,

te abrí mi corazón
de par en par
con la punta de mis dedos

y poco a poco
empezaron a caer
blancas margaritas

y con el pelo revuelto de estrellas
te inclinaste
lavando una a una, con ternura,
cuidadosamente cada pétalo,
sobre todo
donde veías
que habían dejado cicatriz,

los mordiscos de la vida,

las recogí todas con tiento
por miedo a hacerme daño
con mis manos
y entre mis dedos se escapaban
retales de mar
alargadas algas
y un cómplice silencio tembló ...


mientras unas desertoras lágrimas
se asomaban exclamando:

¡ Dios mío!,
¿ donde va uno sin destino?
¿ sin estrella?
si el cielo esta vacío.

Sentí mi sangre circular por tus venas, hija mía,
espero que jamás llegues a ver el fracaso del mundo
con mis ojos,
ni que a través de ellos
sientas su latido.

Desperté ...

desplazando al cielo
bajo nuestros párpados entrelazados
y en esa liturgia de sueños
doy forma a ese inmenso amor
que te profeso.

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